Desde la reaparición en los años ochenta, del concepto que se llamó en ese entonces como “coaching” ha existido un continuo crecimiento de esta rama de negocio con aplicaciones desde el ámbito personal al empresarial. Pero conjuntamente con su popularidad también hubo una creciente desconfianza sobre esta pseudodisciplina. Sí, has leído bien.
Pongamos las cartas sobre la mesa. Si bien, según los tiempos que corren, se ha vuelto lugar común el seguimiento de corrientes pseudocientíficas por alinearse a creencias y no a la realidad, también ha crecido el desprestigio ante los resultados obtenidos y por la heterogeneidad de la aplicación. Léase este artículo del diario El País. ¿Con un ejercicio en ese sentido, puede haber futuro? La respuesta obviamente es: no, no puede.
¿Quiere decir esto que el coaching debe desaparecer? Pensemos un momento. El coaching moderno nació por una necesidad, esto quiere decir, que esta necesidad pretende ser satisfecha de algún modo. Lo que hay que cambiar es el cómo. Si no te gusta lo que comes, la solución no es: no comer; sino cambiar lo que estás comiendo, o la forma en la que lo estás cocinando.
Nuestra ambición en IsoCoaching es grande. Queremos redefinir el coaching como un programa estándar basado en la mejora continua, de modo que se pueda brindar a quienes lo necesiten una aproximación técnica profesional con método científico. Y por otro lado darles a los coachs la formación técnica adecuada, con requisitos previos, para ejercer como verdaderos profesionales. La línea está trazada. El futuro está ahí.