Hoy quiero escribirles sobre algo muy importante que a la gran mayoría de personas no les será muy familiar. Al menos, uno de estos términos les parecerá bastante desconocido y no lo habrán leído o escuchado antes. Quiero comenzar con aquel término que les debe ser más familiar: el hedonismo.
Tal vez tengas en tu cabeza la idea de que el hedonismo está ligado al libertinaje y el disfrute de los placeres de la vida de forma irresponsable, lo cual, debo decírtelo, es incorrecto. El hedonismo sí está relacionado al placer, pero como una filosofía de vida en la que éste es el único objetivo de la humanidad. La razón por la que este concepto es más común es porque nos encontramos en una época en la que las gratificaciones instantáneas de corto plazo y el placer son parte de la sociedad consumidora. Se vuelven necesarias para mantener al consumidor interesado. El coaching no escapa a esta corriente, como lo podrás ver en el hedonismo psicológico el cual sostiene que: todas las personas tienen inclinación hacia la conducta que cree lo llevará a la felicidad, piensa que el comportamiento se acentúa por evitar el dolor y aproximarse a lo placentero y agradable.
Por otro lado, en un territorio desconocido, tenemos a la eudaimonía. ¿Puedes adivinar de qué se trata? Pues no. Si pensaste en la orilla opuesta debes entender que son enfoques diferentes, mas no contrarios. La eudaimonía también se enfoca en las gratificaciones, sólo que en este caso son de largo plazo. Estas se logran sobre la base de un trabajo profundo y continuo que manifiesten el propósito de la persona y su entrega al mundo.
Las sensaciones que se logran con ambas corrientes son diferentes pero a la vez complementarias. Es nocivo a la naturaleza humana favorecer una sobre la otra o simplemente intentar ignorar alguna por completo. Y tu programa de coaching tampoco debería hacerlo. ¿Puedes distinguir en qué punto se encuentra tu programa de coaching?