Cuando se habla de “Bienestar” se pueden encontrar muchos antecedentes. Situándonos en sus contextos históricos, el concepto de bienestar ha ido adaptándose a las necesidades de la humanidad desde los aspectos más básicos hacia otros cada vez más complejos, construyendo una pirámide sobre las necesidades humanas; tal como lo propuso Abraham Maslow en su obra: Una teoría sobre la motivación humana (1943).
Si bien el concepto de bienestar puede ser tratado de manera individual para cada una de estas necesidades mediante varias disciplinas, sólo hay dos que abordan este tema de manera integral.
Una de ellas es la psicología, cuyos estudios sobre el bienestar se iniciaron hace ya 5 décadas y producto de ello surgen 2 corrientes: la hedónica, basada en el bienestar subjetivo y enfocado en el corto plazo; y la eudaimónica, basada en el bienestar psicológico y enfocado en el largo plazo.
Del coaching podemos remontarnos aún más en el tiempo, desde la época del filósofo Sócrates y su uso de la Mayéutica con el propósito de descubrir la verdad dentro de cada uno. Es más reciente el auge del que goza ahora, el cual le ha permitido integrar nuevos conocimientos y metodologías perfilándose como una disciplina más seria y organizada que en sus inicios.
A finales del siglo 20 y con la llegada del siglo 21 el coaching atravesó un crecimiento exponencial con la aparición de diversas fundaciones y federaciones internacionales como medio de brindar confiabilidad al público y establecer ciertos estándares para las acreditaciones y los perfiles de los coaches. Esto, unido a la evolución del concepto de bienestar, orientó a la humanidad en general a buscar profesionales que pudieran ayudarlos de una manera más integral en la búsqueda de este bienestar y desarrollo personal.